Quizás los que ahora lloran, serán los que finalmente van a poder reír con una risa liberadora y sana.
Juan Simarro
En el mundo hay muchos que ríen de forma insolidaria. Para ellos es la malaventuranza, uno de los “ayes” bíblicos: “¡Ay de vosotros los que ahora reís!, porque lamentaréis y lloraréis”, Lucas 6:25, pero en el mundo también están los que lloran. Muchos sufrientes hay en el mundo, despojados, maltratados, empobrecidos, enfermos, apaleados y tirados al lado del camino. “Bienaventurados los que lloran”, dice de ellos el Señor. Este llanto de las bienaventuranzas, según San Lucas, es un lamento que se opone a los que en el mundo ríen, aunque, algún día, estos que expanden su hilaridad de espaldas al llanto de los sufrientes de la tierra, lamentarán y llorarán.
¡Cuánto llanto hay en el mundo! Millones y millones de personas, hundidos en la opresión, en la pobreza y en el robo de su propia dignidad, lloran en el seno de nuestro planeta tierra. Muchos injustamente tratados, abandonados, despreciados por miles de circunstancias, sea de raza, color, situación social o económica. En el Evangelio de San Lucas, la bienaventuranza no es solamente para los que lloran por causa del Evangelio, sino para aquellos que están en ese llanto ante la falta de misericordia de muchos que ríen de espaldas a su llanto. Para estos insolidarios no hay bienaventuranza, sino una malaventuranza, un “ay” bíblico de condena. Bienaventuranzas y malaventuranzas o “ayes”, permanecen juntas en Lucas 6.
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